El Deposito de lágrimas.
La primera lágrima recorrió mi mejilla, cuando me comentó cabizbaja ella—Me voy a cambiar de escuela—Lo peor de todo es que no pude hacer nada para evitar su despedida. Sólo le respondí con un nudo en la garganta y fingiendo una triste sonrisa-Esta bien, igual ese colegio queda más cerca de tu papelería.—Y para cuando se fue, mientras observaba detenidamente su caminar las lágrimas comenzaron a salir sin parar. ¿Será que ella no era la indicada, y el destino me lo hizo saber? O ¿Que cometi un crimen atroz y Dios me castigo, alejándome de ella? Son las preguntas que me hago en la almohada, o mejor conocida, como el depósito de lágrimas.
-Jesus-san Montalban